El erotismo es pornografía


“Cualquier forma de amor que encuentres: vívelo” Anaís Nin.

Estimados, estimadas, estimades me encanta volver al ruedo sobre estos temas. Los saludo de cadera y con un flameo de lolas.

Me toca en esta oportunidad referirme al erotismo. Miaumourrr… Cómo me pone… Y diferenciarlo de lo pornográfico… Vaya entuerto.

Pues bien, los que me conocen saben que suelo meter la lengua y el dedo donde me lo permiten y donde no, así que comenzaré diciendo que el carácter abyecto de una acción, la picardía de una mirada, la sinuosidad de un gesto, la representación simbólica sonora, visual, táctil u oral de una intención sexual constituyen el erotismo. Vale decir: todos los estímulos sensoriales que estimulen pre, peri y post acto sexual son eróticos.

Ahora bien, la dinámica de variables que conforman la erotificación es compleja y cambiante. El factor social, cultural, étnico, político, religioso, incluso la química, determinan muchas veces el deseo y en ese sentido, determina qué es lo que genera atracción sexual eróticamente o no.

Los factores externos, el mundo, la historicidad colaboran sobre el psiquismo animando o prohibiendo, estimulando y excitando o erigiendo tabúes, pudores y asco. Chupate esa mandarina.
En relación al fenómeno artístico dijo Lo Duca en Historia del Erotismo: “El erotismo, en el extremo límite de su sublimación, engendra un estado general de tensión, una suerte de vibración interior propicia a las creaciones del espíritu; esa noción interesa a todo el dominio del arte”.

¿Por qué afirmar entonces que lo erótico es pornográfico?

Pues porque el fuerte componente subjetivo del cual se conforma no hace más que reafirmar su carácter multifacético bio-socio-eco-cultural. Recalculando...

Lo pornográfico es tan sólo la concreción del acto sexual visible para todos. Aquellos actos explícitos softcore (cuando se evitan ciertas imágenes) o hardcore (cuando se ve todo) que se hacen visibles de manera gráfica o audiovisual.*

Hay muchas otras subcategorías dentro del mismo, pero prefiero detenerme en señalar que esta diferencia entre la tensión y la imagen, lo que es público en relación a los cuerpos o privado, lo bueno o lo malo, la moral y las buenas costumbres reproductoras y sexuales son producto de un constructo de la civilización, que al margen de los gustos individuales, ha sabido castrar la capacidad fantástica e imaginativa de los sujetos en búsqueda de la “normalización” de conductas, señalando incluso “anomalías” en pos del orden y la convivencia social.

Que lo pornográfico tiene un componente erótico, sin duda. Es posible de manera inversa, que lo erótico quede desprovisto de lo porno pero sólo podrá decirlo el ojo censor de quien lo examine.

No quiero deprimirte, pero si en esta revista ves una teta o un culo, sabrás vos, solito/a/e en qué categoría lo pones. Erotismo o porno. Porno o erotismo… ¿Cuál será el filtro?

Te la mojo, te la seco pero ahí te lo dejo.
Fulana Mente.


*Batido de Dolca PD: Más adelante hablaremos de la industria pornográfica y la cosificación de los cuerpos en general. He dejado de lado también, puesto que de ninguna manera hago ni haré lugar en esta columna a cualquier mención a menores. Siempre me referiré al sexo y erotismo entre adultos y consenduado. Finalmente, mi amado posporno hará su presentación en próximas apariciones. Para bien o para mal, según mis 'hotmonas'. Besito.

Arde

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